Reseña: «Cien Años de Soledad» de Gabriel García Márquez


La Carta Pastoral corrobora la existencia en Latinoamérica de lo que se denomina «violencia institucionalizada», término que arraiga en los cimientos del sistema y que da como resultado la proliferación de una sociedad cada vez más injusta. Con esta
declaración de valores, la Carta Pastoral exige la necesidad de reformas políticas y sociales que sean capaces de restaurar un nuevo sistema desde las mismas bases.


Esta violencia institucionalizada provoca, como bien comenta la Carta y observamos a lo largo del relato, una dependencia de la población que se puede observar dentro del mismo Macondo, sobre todo durante la época de la compañía bananera, como una dependencia del exterior. Relacionándolo con lo estudiado en la asignatura, esta situación podría explicarse a través de la Teoría de la Dependencia, con esa existente supeditación de Macondo, una pequeña población de la periferia, alejada del gobierno central y la capital y que según avanza la historia, pasa a depender cada vez más de las decisiones que se toman fuera.


Por otro lado, esta violencia en las instituciones se ve amparada por los sistemas de poder que se han ido desarrollando en Macondo, y, por tanto, en América Latina. Con la lectura asistimos al surgimiento de unas élites que se van haciendo con el poder y siempre acompañadas por el elemento militar. Esas élites, que comienzan siendo militares, y a las que también se les unirán posteriormente los empresarios extranjeros que se establecen en el pueblo y la Iglesia, consiguen justificar su posición y mediante el uso de la fuerza silenciar las posibles revueltas como respuesta a esta disposición injusta de influencia.

Estas clases pudientes (como el ejemplo nuevamente de los americanos al cargo de la bananera), se acercan a las fuerzas armadas para controlar a las clases subyugadas y este sistema se ve reforzado y mantenido por unas instituciones débiles y corruptas que además no permiten la participación civil. “Cuando los trabajadores redactaron un pliego de peticiones unánime, pasó mucho tiempo sin que pudieran notificar oficialmente a la compañía bananera” (Márquez, pág. 341, 1967). Se reafirma así también en la novela la existencia de diferentes clases sociales y puede verse como Gabriel García Márquez hace una denuncia de esta situación. También, este tono de denuncia del autor puede entenderse si se reflexiona sobre el peso que se le da al tema militar durante toda la novela; que es recurrente y aparece continuamente definiendo la vida de todos los personajes directa o indirectamente.

El coronel Arcadio Buendía, por ejemplo, es uno de los personajes que más protagonismo tiene durante la historia, personificando en su figura la tradición militar tan importante que hay en la tierra y que, de alguna manera, los militares son los que tienen el poder junto con los ricos. Este uso indiscriminado del poder y la fuerza no es exclusivo del bando liberal o del conservador.

Como hemos advertido con la lectura, se ve esa represión por parte del bando liberal, con la llegada a Macondo de las tropas tras la victoria militar de Aureliano, y también por parte del bando conservador, que permite y secunda los abusos de la compañía bananera. Más adelante, incluso llegará el momento en el que no importe el bando en el que se esté, sino simplemente los beneficios conjuntos que se puedan obtener.

La última idea se refleja en el fragmento del libro que dice: “Que el gobierno conservador, decía, con el apoyo de los liberales, estaba reformando el calendario para que cada presidente estuviera cien años en el poder. Que por fin se había firmado el concordato con la Santa Sede […] y que los ministros liberales se habían hecho retratar de rodillas en el acto de besarle el anillo” (Márquez, pág. 230, 1967).

Esta gran represión que sufre el pueblo, recibe la respuesta de la población civil que se empieza a organizar en sindicatos para pedir unas condiciones de trabajo justas. “La inconformidad de los trabajadores se fundaba esta vez en la insalubridad de las viviendas, el engaño de los servicios médicos y la iniquidad de las condiciones de trabajo” (Márquez, pág.341, 1967).

Estas huelgas son reprimidas violentamente por las autoridades y el pueblo contesta indignado con violencia también. La Iglesia Católica, institución que va variando en presencia e importancia durante la historia, ha estado desde los comienzos en el relato dando explicación a tradiciones y comportamientos de los propios personajes. En sus inicios, es mal vista por los liberales los cuales defienden esos valores católicos como contrarios a sus ideales (igual que el pensamiento de la Iglesia respecto al liberal) y por eso se puede acercar la Iglesia a los valores tradicionales de los conservadores.

Este fragmente del propio Don Teodoro Moscote respalda la anterior idea: “Los liberales, le decía, eran masones; gente de mala índole, partidaria de ahorcar a los curas, de implantar el matrimonio civil y el divorcio, de reconocer iguales derechos a los hijos naturales que a los legítimos, y de despedazar en un sistema federal que despojara de poderes a la autoridad suprema.

Los conservadores, en cambio, que habían recibido el poder directamente de Dios, propugnaban por la estabilidad del orden público y moral la moral familiar; eran los defensores de la fe de Cristo, del principio de autoridad, y no estaban dispuestos a permitir que el país fuera descuartizado en entidades autónomas” (Márquez, pág. 116-117, 2967).


Como dice Carlos Fuentes: “He leído el Quijote americano, un Quijote capturado entre las montañas y la selva, privado de llanuras…” Esta novela, me evoca también a la sensación que me dejó la lectura del Quijote en su día. Dos lecturas muy diferentes en forma y contenido, pero cuyos caminos desembocan en un resultado común: consiguen delimitar un territorio, profundizar en su creación y en la gente que vive de él, y en el caso de Cien años de soledad es: la sociedad latinoamericana.


Esta novela tiene tintes universales debido a su naturaleza tan diversa: hace referencia a un mundo tradicional, y al mismo tiempo vemos cómo este evoluciona, llegando a convivir en un mismo escenario valores tradicionales y modernos. También podemos hablar de un carácter social, sin que deje de lado el gran individualismo de muchos de los personajes. Una característica que tampoco pasa desapercibida de esta obra es el tratamiento que se hace y cómo se fusiona el realismo con lo imaginario, lo que también se conoce como realismo mágico y que dota a este libro de ese carácter excepcional.

Los sucesos más cotidianos, e incluso irrelevantes, se ven como algo tremendamente fuera de lo normal y los sucesos sobrenaturales los aceptan como algo cotidiano, muestra de ese realismo mágico, pero que usado en la manera que lo hace el autor, y por paradójico que suene, hace más verosímil la narración de ciertos acontecimientos.


La novela, que describe una sociedad dentro de un ciclo cerrado, refleja a través de Macondo parte de la realidad latinoamericana. Mediante el nacimiento, desarrollo, decadencia y muerte de Macondo, podemos hacer ciertos paralelismos con la historia de los países latinoamericanos. La novela se remonta a los mitos fundacionales de América Latina que, a través de la creación de una población ficticia (Macondo) donde se recogen todas esas características que han formado parte de la construcción del continente, explican el verdadero germen de las agitaciones sociales y las luchas por la liberación. Se concibe así un relato que guarda la historia de este continente y lo hace formar parte de la cultura universal.


Primero nos centraremos en el estilo de sociedad que se refleja en la novela. En Macondo, durante las diferentes etapas que pueden discernirse, hay un patrón que se mantiene constante y es el de la jerarquización marcada por una sociedad patriarcal. Las relaciones de poder a nivel interno, como es en el seno de la familia donde la mujer queda relegada a una esfera de sumisión (levemente mitigada por el papel cada vez más protagonista que toma Úrsula), acaban por determinar el orden jerárquico de la propia comunidad. “Los hombres piden más de lo que tú crees. Hay mucho que cocinar, mucho que barrer, mucho que sufrir por pequeñeces, además de lo que crees” (Márquez, pág. 270, 1967).

En un principio, Macondo es un poblado de carácter más rural con una estructura patriarcal que encabezaría el propio José Arcadio Buendía. Por lo general, durante el libro, es esa voluntad masculina la que se impone frente a la femenina, que queda relegada a un papel de sumisión excepto en algunos conatos de rebeldía de alguna de las protagonistas. Este sistema patriarcal muestra a la perfección uno de los problemas sociales que encontramos en los países latinoamericanos.


El orden patriarcal va derivando en un nivel externo en las esferas públicas al surgimiento de una autoridad política, pero esta transición carente de unas instituciones lo suficientemente consolidadas provoca que este orden sirva de base para la consiguiente creación de los estados.


En esa evolución que se va observando en Macondo, se ve cómo surgen caudillos que, mediante el uso de armas, ostentarán el poder. Comienza así una etapa en Macondo (y en general en las regiones latinoamericanas) en la que las guerras civiles serán recurrentes con los enfrentamientos entre conservadores y liberales, tensiones que vivimos de primera mano con el seguimiento de la historia del coronel Aureliano Buendía.

Durante esta etapa, el lector es testigo de los cambios de regímenes que se dan en el pueblo, pasando de esa sociedad más rural y, en cierto sentido más igualitaria, a uno liberal y luego conservador. Sin embargo, llega un momento en la historia en el cual las razones de la lucha ya no son ideológicas; los personajes pierden esa perspectiva y luchan por el mantenimiento del poder y más tarde incluso pierden la noción de cuál es el objetivo real de la guerra.
“- Quiere decir- sonrió el coronel Aureliano Buendía cuando terminó la lectura- que solo estamos luchando por el poder” (Márquez, pág. 196, 1967). Se refleja de esta manera otro de los elementos que han caracterizado la sociedad latinoamericana y son esos abusos que esos caudillos militares cometen cuando alcanzan el poder y cuyas perversiones y corrupciones llegan a no diferenciarse entre un bando y otro.


Con forme vamos viendo esa evolución en Macondo, podemos observar de igual manera que ese cambio de un escenario rural a uno cada vez más urbano, además de modernizar las industrias dentro de la civilización, supone una apertura al mundo que pone a Macondo en el mapa y comienza a ser receptor tanto de modernidades como de extranjeros interesados en el lugar. Innovaciones como la luz eléctrica o el ferrocarril llegan al poblado y suponen automáticamente un cambio sustancial en la importancia del mismo. Sin embargo, es precisamente este proceso de modernización el que también atrae al pueblo a la compañía bananera que cambiará su modelo económico y social.


Con la creación de esta compañía bananera, se empieza a requerir mano de obra y por el precio, lo más económico para estos nuevos empresarios es la mano de obra local. Surgen así nuevos trabajos en Macondo, pero también nuevos problemas. Comienzan las explotaciones (comunes en América Latina estas nuevas formas de explotación neocolonial) que hacen estallar a los trabajadores que se unirán para exigir derechos laborales justos: surgen las organizaciones sindicales en Macondo.

La compañía bananera, que empieza a tener cada vez más control también sobre las autoridades locales y militares, comienza a hacer uso de una represión que escala hasta que acalla las voces sindicales con el suceso de la matanza donde asesinan a tres mil de sus trabajadores y del cual salen todos impunes. Este es un claro ejemplo de ese poder cada vez mayor que van acaparando las élites en estos países, retratando así el pasado político, social y económico latinoamericano.
García Márquez busca denunciar esas masacres, esa sociedad jerárquica y esas guerras civiles que tanto daño han hecho a Colombia, América Latina y al mundo.
García Márquez, Gabriel (1967). Cien años de soledad. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.

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